Medicina personalizada
Pero, además, desde hace ya muchos años, la técnica digital ha venido revolucionando la ciencia médica tanto en el ámbito de los diagnósticos como en el de los métodos curativos. La tendencia, que se prevé por ejemplo en relación con la nanomedicina, es la de una medicina personalizada, en la cual la relación médico-paciente se inclina cada vez más hacia el lado del paciente, que deviene así agente con una autonomía que, paradójicamente, en muchos casos puede resultar más bien un problema que una mejora, en cuanto que con frecuencia su capacidad de interpretar correctamente datos relacionados con su caso es muy limitada (EGE 2007). Es claro que este desarrollo de la medicina y de la relación médico-paciente puede dar lugar también a sistemas de control basados, por ejemplo, en implantes TIC, lo que trae consigo, paradójicamente, una pérdida (potencial) de la autonomía del paciente así como una sobrecarga informativa del mismo en caso de que dichos datos no sean suficientemente claros, especialmente en lo que respecta a posibles consecuencias por parte del paciente/agente (EGE 2005). Estaríamos así empezando a dar respuesta a la pregunta de Mackmann y Goodman cuando preguntan: “¿Cómo cambia (y cambiará) la tecnología de la información la relación entre médico y paciente?”
El cuerpo humano desde la perspectiva digital
Reflexionemos finalmente sobre el influjo de la sociedad de la información en la visión médica del cuerpo humano y de los conceptos mismos de salud y enfermedad Bajo la premisa de la ontología digital a la que me referí anteriormente, sólo comprendemos algo en la medida en que somos capaces de observarlo desde y en el medio digital. Esto significa que el cuerpo humano es visto esencialmente como un conjunto de datos digitalmente obtenibles, manipulables y controlables en base a métodos, instrumentos y/o redes digitales. Esto tiene consecuencias evidentes con respecto a la relación médica con el cuerpo humano, que incluyen la necesidad de la protección legal de dichos datos transformando al “corpus” del clásico “Habeas Corpus” en un “Habeas Data” (EGE 2005, 29). Esta visión digital del cuerpo humano abre también posibilidades de transformación del mismo más allá de los tratamientos médicos en base a técnicas digitales, incluyendo diversas formas de hibridización de lo corporal y lo digital como son, por ejemplo, los implantes TIC (EGE 2005) así como posibles ‘mejoras’ (‘enhancements’) de facultades y/o procesos corporales, sensoriales, cognitivos y emocionales. Los conceptos de salud y enfermedad son a su vez considerados como procesos de información.
El mismo cuerpo humano ya no es más visto como algo perfeccionable dentro de determinadas características naturales más o menos fijas – aunque hay variaciones relacionadas con épocas y culturas respecto a determinados ‘ideales’ – y en base a procedimientos convencionales, sino como algo que puede ser diseñado con la exactitud que permite la tecnología digital en conjunción, por ejemplo, con la biología molecular, de acuerdo a intereses individuales con eventuales consecuencias para generaciones futuras en el caso que dichas transformaciones sean hereditarias. Los límites legales actuales con relación a la prohibición de cambios en el genoma humano muestran ex negativo estas posibilidades de interacción entre procesos biológicos, opciones individuales y sociales posibles y la tecnología digital avanzada del siglo XXI.
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